PERRO Y BEBÉ

Si cuando nace el niño el perro ya está en la familia, lo aceptara como un miembro más de la manada, como un cahorro al que debe soportar y proteger, si no menosprecian al perro a causa del niño, ni le dan motivos  para que sienta celos, convivirán juntos sin ningún problema, (es muy raro que se den fallos de conducta, solo en casos de perros extremadamente neuróticos). Tanto para el niño como para el perro, es muy importante que crezcan juntos, los dos se benefician y aprenden el uno del otro.


Cuando se espera un bebé, el perro debe ser examinado por el veterinario y comunicarle al medico de cabecera que se tiene un perro. Hay que  tomar medidas especiales con respecto a la higiene, lavándose las manos con regularidad y no permitiendo que el perro nos  lama,  procediendo a la vacunación períodica del perro y la desparasitación siempre que sea preciso, y suministrando al perro la carne siempre cocida nunca cruda, ya que los huevos de las lombrices caninas se trasmiten al animal cuando este ingiere carne cruda.
Más tarde, el perro no será  foco de infección para el bebé, la medicina moderna ha determinado que en la convivencia, las floras bacterianas del hombre y del animal se aproximan, es decir los niños adquieren protección contra muchos gérmenes patógenos, este es un proceso largo de "inmunidad paulatina"  de todas formas hay que evitar:  Que niños y perros coman de un mismo plato, se laman mutuamente, duerman en la misma cama. Si desde un principio se le prohibe al perro entrar en la habitación destinada al niño, más tarde nunca entrara en ella.

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